Creo que todos estamos de acuerdo en que amar implica cierto riesgo a ser lastimado. El amor es apertura y expansión. Sin embargo, el miedo puede llegar a impedir que aceptemos ese riesgo. No solo hablo de amor de pareja; por miedo existe el racismo, la homofobia o conceptos similares, ya que el rechazo a lo diferente es la cara visible al miedo a lo diferente. El miedo también está presente en lo profesional, el la relación con nuestros hijos o el las amistades. Por miedo no nos atrevemos a ser más, a dar más, a implicarnos más, a asumir más responsabilidad y entre tanto nos hacemos menos y menos.
 El miedo nos niega la posibilidad de amar de una manera universal.
Si el miedo es lo opuesto al amor, el único camino hacia él es superar cada día aquello que nos aterroriza. Seguro puedes reconocerlo porque es ese tipo de miedo que te paraliza, ¡sí! ese que llevas demasiado tiempo haciendo como si no existiera. Ser vistos sin nuestras máscaras, es uno de los miedos más comunes, pues significa mostrar todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos. Miedo a no cumplir expectativas (las nuestras y las de los demás), al juicio, a la soledad, a la carencia afectiva y económica, a la enfermedad, a la culpa… También existe el miedo al cambio y a la propia evolución personal, pues significa enfrentarnos a situaciones desconocidas y lo que es peor aún, a partes de nosotros mismos que no queríamos ver, aceptar ni reconocer. Esto se siente como si los sólidos cimientos de nuestra existencia se tambalearan, incluso cayeran. Tan necesario, por otra parte, para nuestro crecimiento como individuos y como sociedad.

Y mientras no afrontamos lo miedos comercializamos con ellos, con nosotros mismos y con todo aquello que amamos.

Nos vendemos a un falso amor por migajas de atención. Vendemos nuestra sexualidad a cambio de “placer egoico”. Vendemos nuestras pasiones por un estatus socioeconómico. Y lo que es peor aún; vendemos quiénes somos realmente a cambio de no ser juzgados, rechazados o abandonados. Si el miedo es lo opuesto al amor, y no hablo de amor romántico, sino de amor verdadero , este nunca será alcanzado hasta identificar cada uno de los miedos que habitan en nosotros y darles luz, uno a uno, como si de capas de cebolla se tratara. Si todo esto resuena en ti, tengo que decirte dos cosas: 1. La primera es una buena noticia; empiezas a cuestionarte el por qué y para qué la vida y con ello tus creencias y patrones de comportamiento. Tu nivel de consciencia está aumentando. 2. La segunda es que comienzas un camino donde tendrás que poner a funcionar todas las herramientas que tengas; de ellas depende un viaje apasionante lleno de descubrimientos sobre ti mismo o una ardua y agotadora batalla entre tus luces y sombras. En cualquier caso, si has llegado hasta aquí ya no hay vuelta atrás. Uno puede aumentar su consciencia pero no disminuirla. Lo cierto es que puedes negarte a trabajar en tu desarrollo personal y en las carencias que irás detectando a medida que tu consciencia te las muestre, pero te impedirá crecer como persona y alcanzar plenitud. Sin embargo, serás muy consciente de que tú, y solo tú, eres tu gran obstáculo. Llegado este punto y si decides apostar por enfrentarte a tus miedos, quiero darte unas pautas contarte para identificarlos. En principio el orden es importante aunque con el tiempo y la práctica lo realizarás casi sin darte cuenta y de manera aleatoria.

¿Cómo identificar y trabajar cualquier miedo?

  1. Busca momentos de introspección, silencio y/o meditación. Pasar tiempo a solas es de vital importancia para sacar a la luz aquello de lo que aún no eres consciente.
  2. Escucha tu cuerpo. Presta atención a los marcadores somáticos; reacciones físicas que se producen como respuesta a ciertas emociones. Presión en el pecho, sudoración o pinchazos en el estomago son indicadores de que ciertas situaciones te producen temor o rechazo.
  3. Identifica y pon nombre a aquello que sientes. Será mucho más fácil contrarrestarlo y cambiar las creencias que lo producen. Recuerda que el sufrimiento no lo genera una situación en sí, sino la interpretación que tú le das. Es importante aceptar la emoción como parte de ti e integrarla, resistirte a ella solo le dará más fuerza.
  4. Aprende a discernir entre tu YO real y tu EGO. Entendiéndose Ego como un conjunto de funciones psíquicas que involucran cierta evaluación de la realidad y no la realidad en sí. En caso de duda realiza siempre la misma pregunta ¿existe juicio? Si la respuesta es sí puedes dar por hecho que es un pensamiento del ego.
  5. Revisa tu historia. Busca relación entre sucesos significativos que hayas vivido o que hayan tenido una intensa carga emocional para ti. Por ejemplo; diferentes relaciones de pareja que hayas tenido, amistades que se rompieron o metas que te pusiste y dejaste a mitad de camino. Si las analizas entre sí, encontrarás motivadores o desencadenantes comunes.
  6. Intención. Poner intención es poner esencia a la acción. Cuando ponemos atención en algo le otorgamos energía, que no es lo que deseamos con los miedos, pero cuando ponemos intención transformamos la energía de la información en otra diferente y podemos iniciar el cambio y la superación.
Si lo llevas a cabo, me encantará escuchar tu experiencia y si tienes algún método concreto que te haya sido útil y lo quieres compartir, no te cortes; recuerda que somos una comunidad y que todos estamos aprendiendo. Inma Brea